domingo, 4 de marzo de 2012

Contar vidas ajenas

Algunas veces me da ganas. Investigar, imaginar, revivir la vida de otro, de otra, alguien que está muerto y no sabe que lo miro, lo admiro, lo cuento para otros.
Alguna vez se me ocurrió que la vida y los personajes representados por Alfredo Alcón merecían ese intento mío.
Ahora veo esto en el muro de Mauricio Kartun y se me vuelve a ocurrir:


Del archivo. Una foto desconocida y singular de Rosita de La Plata, la extraordinaria écuyère. A los seis años vendía flores en la puerta de Circo Arena, de Corrientes y Paraná. Un empresario la incorpora a una pantomima representada por niños, una versión de Cenicienta. Sorprendido por la condiciones de la piba le da a su padre mil pesos y la lleva a Europa a formarla en técnicas de pista. El contrato establece que durante los primeros diez años no recibirá sueldo alguno. En Londres se transforma en la artista ecuestre más importante de Europa, triunfando en el Cover Garden, la sala mayor del género. Un incendio destruye ese local entonces viaja a Buenos Aires contratada por Frank Brown, el payaso mítico. Enamorada de Antonio Podestá, quien será su primer marido, y luego del propio Brown trabajará entre nosotros hasta su muerte, en los ´40.

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